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Odisea a Huancayo!


Luego de pasar varios días en Lima, decidí salir y buscar lugares por fotografiar. Con todo preparado y listo a las 4:00 am., enrumbé al centro del país, Huancayo. Mi principal problema, y el de muchas personas que pensaron lo mismo que yo, fue salir un 28 y lo que debía ser un viaje de 5 horas se convirtió en uno de 15. Quizá no fue una buena idea salir en fiestas, pensé. Luego, de ese incidente, me di cuenta que este viaje fue uno de las más agotadores que he tenido hasta ahora. Pero, llegué y luego de una cena y una ducha, quedé rendido en un sueño profundo.

Al día siguiente, tras varias horas de sueño y ya recuperado del cansancio, hice lo que me apasiona: fotografiar. Me recomendaron el Bosque Dorado a las afueras de Huancayo y con ayuda de una amiga de la localidad, llegamos. Estuve muy complacido de fotograbar en este increíble lugar lleno de naturaleza y paz. Eso sí, el camino es un poco accidentado y conforme vas avanzando comienzas a sentir señales de soroche.

Bosque dorado

Intentamos llegar a la Laguna de Paca para el atardecer. Pero, el sunset nos ganó y no pude retratar el momento que yo esperaba. No hubo más remedio que volver a la ciudad. Súper agradecido con mi amiga por la ayuda, me despedí, porque a la mañana siguiente haría el recorrido por mi cuenta y debía dormir temprano. Lamentablemente, esa noche tuve insomnio y me acosté muy tarde.

Al día siguiente, me dirigí a un lugar que definidamente tienen que visitar, el Convento de Ocopa. Este lugar está muy cerca al centro, a solo 40 minutos y el camino es realmente precioso. Me quedé fascinado con la belleza de la naturaleza en esta zona. El convento tiene mucha historia y una arquitectura pintoresca del lugar.

Convento de Ocopa

De regreso, por fin tenía frente a mí los colores que vine a buscar y aunque se hacía muy oscuro, no podía dejar pasar esta oportunidad. Cámara, trípode y filtros en posición, era momento de fotografiar, y aunque muchas veces los autos que pasaban no me dejaban tomar la foto, creo que pude lograr una muy buena composición. La camioneta se había comportado muy bien ese día y me sentía tranquilo, pero no tenía ni idea de lo que me esperaría después.

Al día siguiente, desperté muy temprano y me sentía emocionado. Me dirigía a un lugar que no volvía desde hace más de 15 años, el nevado Huaytapallana. Un lugar con mucha magia y tan solo a 1 hora del centro. Ya en ruta, todo iba muy bien, disfrutaba los paisajes y también el cambio de altitud, De pronto, ¡Boom! Una pequeña explosión sacudió la camioneta y el humo comenzó a salir del capo, no tuve más remedio que detenerme a 5000 msnm., de altitud. ¡No lo podía creer! Sin señal de teléfono, con un frío extremo y varado en medio de la nada. Miraba alrededor, tratando de entender cómo podría salir de esta.

La única solución en ese momento, fue tratar de avanzar, sabía que encontraría ayuda ahí y no me equivoqué. Gracias a choferes locales pudimos cambiar la manguera que había explotado. Bueno, en realidad ellos hicieron todo, yo solo observaba y escuchaba. Trate de aislar el hecho y fotografiar, pero ya estaba muy preocupado porque sabía que la camioneta no podría aguantar todo el camino de regreso hasta la ciudad. Y así sucedió. Luego de cierto tramo, la temperatura subió demasiado y no tuve más opción que detenerme y esperar un par de horas. Aún sin señal de teléfono, desconcertado, observé nuevamente a mi alrededor y me di cuenta que era el mejor paisaje que había visto en todo el día, un campo verde, lleno de pinos. Alisté mi cámara y empecé a recorrer todo el lugar y fue el mejor momento de todo el día. Por una hora, me olvidé del problema que teníamos.

Otra vez en ruta, bajando en neutro, la camioneta no aguantó más y ahí me quedé. Era domingo y ya las fiestas de Santiago habían empezado en toda la ciudad.

Felizmente, ya tenía señal, una grúa me pudo auxiliar y pude llegar al centro, a buscar un hospedaje y esa noche tan solo descansar. El día siguiente fue perdido y en el taller todo el día.

De camino a Lima y un poco pensativo porque aún no tenía la foto que esperaba, aunque consciente que si eres fotógrafo de paisajes es algo que puede suceder, porque dependemos de muchos factores externos que no podemos controlar. De repente, en ruta vi un letrero que decía Lima de frente y Tarma a la derecha. Decidí ir a Tarma, aunque no tenía mucho dinero, tenía la esperanza de que podría lograr una foto más y quizá la mejor del viaje. Tuve una vista increíble en todo el camino y finalmente pude tomar una bonita fotografía.

Fue un viaje accidentado desde el primer momento, con muchas aventuras y también contratiempos, pude conocer gente maravillosa que me ayudó sin pedir nada a cambio. Solo me queda la espina de no haber logrado mejores fotos, pero sé que volveré pronto.

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